lunes, 12 de marzo de 2018

Neurofeedback: solución a los problemas de ansiedad de separación en niños


Los bebés entre los 8 y los 14 meses frecuentemente presentan lo que se denomina en psicología, ansiedad de separación de sus figuras parentales. De hecho, muchos menores atraviesan por una fase en la que pueden tornarse extremadamente ansiosos acerca del mundo –para ellos inmenso y desconocido–, lo que hace que procuren aferrarse a sus padres en busca de sensación de seguridad. Sin embargo, si estos miedos se perpetúan más allá de los 6 años y duran más de un mes, puede que el niño esté sufriendo de ansiedad de separación.
Un infante con ansiedad de separación evidencia sentimientos de nerviosismo y temor si es separado de sus seres queridos, generalmente sus padres. El niño muestra miedos poco realistas acerca de lo que podría suceder si su persona amada se va, temiendo que algo malo le pase durante el tiempo que esta no está presente. Esta ansiedad genera un estrés significativo en el niño que menoscaba su habilidad para funcionar en la vida diaria. Las actividades normales tales como jugar con sus pares o ir al colegio causan angustia severa en él.
En efecto, muchos niños con ansiedad de separación se niegan a ir al colegio para poder quedarse con su cuidador. El solo pensar en alejarse de sus seres queridos podría hacer que el pequeño desarrolle síntomas físicos por lo común asociados con la ansiedad como dolores de cabeza y de estómago. El trastorno de ansiedad de separación puede también afectar hábitos del sueño, ya que los menores que lo padecen podrían no querer irse a dormir cuando saben que sus seres queridos no están cerca. Otros síntomas de la ansiedad de separación incluyen pesadillas relacionadas con estar apartado de sus padres, enuresis nocturna (orinarse en la cama), pataletas y súplicas para que sus seres queridos se queden cerca de ellos.
La ansiedad de separación es por lo corriente el resultado de eventos traumáticos significativos en la vida del niño, por ejemplo una hospitalización, cambios de ambiente o la muerte de una mascota o de alguien cercano. Adicionalmente, si alguno de los padres sufre de ansiedad o de algún trastorno asociado, la probabilidad de que el infante desarrolle ansiedad de separación es aún mayor. Si un niño con trastorno de ansiedad de separación se trata tempranamente, este puede vivir una vida más saludable y más estable en el día a día. Si la ansiedad de separación no se atiende y trata, puede continuar en la adolescencia y adultez.
Neurofeedback es un entrenamiento dirigido a la función cerebral, a través del cual el cerebro aprende a funcionar más eficientemente. Se observa el cerebro “en acción” momento a momento. Le mostramos esta información a la persona, de manera que el cerebro pueda retroalimentarse acerca de su propia actividad y desarrollar cambios hacia patrones de funcionamiento más apropiados. Esto es un proceso de aprendizaje gradual, y aplica a cualquier aspecto de la función cerebral que sea medible. Neurofeedback, también denominado EEG Biofeedback, se basa en la actividad eléctrica del cerebro, reflejada en el electroencefalograma o EEG. Se trata de un entrenamiento en autoregulación. La autoregulación es parte necesaria de una buena función cerebral, y es por esto que un entrenamiento en autoregulación permite que el sistema nervioso central funcione mejor.
Neurofeedback aborda las áreas en el cerebro que están teniendo problemas para funcionar en forma calmada y eficiente, y corrige la función cerebral sin el uso de medicamentos. Neurofeedback es seguro para los niños por tratarse de un proceso completamente natural y sin efectos secundarios. Cuando el cerebro aprende a funcionar de manera óptima, el niño que sufre ansiedad de separación será capaz de enfrentarse a situaciones donde es separado de sus seres queridos. Los síntomas psicológicos se abordan y corrigen dentro del cerebro, lo cual resulta en la eliminación de los síntomas físicos.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Último Curso de 2017 - Neurofeedback Método Othmer de Frecuencias Infrabajas

Este año ha estado marcado por avances que nos condujeron a un siguiente nivel de excelencia en el Método Othmer de Neurofeedback.

El lanzamiento del nuevo software ha sido muy gratificante porque nos ha permitido evidenciar de manera contundente el poder de Neurofeedback. Es sorprendente el logro de más y mejores resultados tanto en la disminución de síntomas, como en el mejoramiento en el desempeño y el bienestar general de nuestros pacientes y queremos compartir ese conocimiento con ustedes.



Este curso, basado en una metodología experiencial,  está dirigido a: 

*Profesionales de la salud que quieren iniciarse en Neurofeedback

y

*Profesionales que ya tomaron el curso y quieren actualizarse con los  conocimientos más recientes.


Fecha: Bogotá, Noviembre 22 al 25 de 2017

Lugar: Hotel La Fontana

Horario: 8:30am a 6:00pm

Cupo limitado 

Esta es una inmersión integral a la aplicación clínica de neurofeedback, incluyendo conferencias, demostración, discusión y experiencias prácticas, diseñado para profesionales de la salud con mucha o ninguna experiencia en el entrenamiento de Neurofeedback -Método Othmer - de Frecuencias Infrabajas.

Si usted ya tomó este curso, queremos contarle que este ha sido rediseñado en su totalidad. 

El nuevo formato está pensado para que tenga más experiencia práctica y más discusión del árbol de decisiones y los protocolos. Además, este curso incluye 7 sesiones de Neurofeedback para cada participante.

Esta es una excelente oportunidad para actualizarse con los protocolos más recientes y las técnicas del nuevo rango de frecuencias infrabajas (en su última versión de software en 2017), desarrolladas e incorporadas hace pocos meses por EEG Info, con resultados aún más contundentes. 

Para información sobre el programa completo, valor de inscripción e inscripciones: 
          

lunes, 24 de julio de 2017

Próximo Curso de Neurofeedback


Invitamos a todos los psicólogos, trabajadores sociales, psiquiatras, neurólogos, educadores, enfermeros, terapeutas ocupacionales y físicos, fonoaudiólogos, y profesionales de la salud en general que deseen incorporar Neurofeedback a su práctica profesional a nuestro próximo curso de Neurofeedback!
Bogotá, 30 y 31 de Agosto, 1 y 2 de Septiembre de 2017
Hotel La Fontana
Usted adquirirá los conocimientos y experiencia para iniciar su trabajo con esta técnica para el mejoramiento de la autorregulación y el desempeño cerebral.
Más información: 
http://eeginfo.com/courses/international-courses.jsp#virginia

domingo, 15 de mayo de 2016

La televisión: su influencia insospechada sobre los niños

La televisión en los niños, vista en exceso, causa daños neurológicos. Ver televisión hace que el cerebro se ponga lento, porque estimula la producción de un patrón de ondas cerebrales lentas que es consistente con una conducta similar a aquella del diagnóstico de déficit de atención. Estas ondas reducen la capacidad del cerebro de procesar a niveles más altos.
La televisión en exceso, causa que el cerebro de los niños pequeños pierda una parte de la etapa del desarrollo temprano, resultando en un funcionamiento cerebral menos que adecuado. El cerebro queda limitado en cuanto a la generación de habilidades creativas y afianzamiento de niveles superiores de pensamiento abstracto.
La televisión lleva al cerebro a un estado de embotamiento. Los problemas de atención empeoran con la televisión y los videojuegos. El ver televisión interfiere en el proceso del cerebro de desarrollar la plasticidad o flexibilidad necesaria para una vida adulta exitosa.
La televisión por su constante presentación de acción y alto nivel de drama, pone a padres y maestros en una tremenda desventaja: ellos no pueden competir contra la televisión y los videojuegos. Los niños acostumbrados a ver mucha televisión se aburren y se desinteresan fácilmente. Los niños con déficit de atención, los cuales no pueden sostener la atención en la mayoría de situaciones normales, logran fundirse con la televisión y los videojuegos, porque estos los sumergen en una especie de estado hipnótico. Luego de varias horas de estar al frente de la televisión, los niños pueden comportarse como zombis y más tarde puede que estén también más hiperactivos.
A mayor exposición a la televisión, más bajo es su nivel de activación psicológica y fisiológica y mayor la dificultad para leer. La lectura induce al cerebro a la construcción de más y mejores conexiones neuronales, lo que permite operar a un grado más alto, mientras que la televisión impulsa al cerebro a trabajar a su más bajo nivel de funcionamiento. Cuanta más televisión ve un niño, menos lee, menos esfuerzo hace en realizar sus tareas, más escollo tiene para prestar atención, más bajas son sus calificaciones y, con frecuencia, es más alta la incidencia de problemas conductuales.
El cerebro opera mediante la activación de pequeños grupos de neuronas que a su vez, interactúan con otros pequeños grupos, formando un circuito neuronal. Luego los circuitos neuronales se van comunicando también entre sí formando grandes sistemas. Cuando el cerebro se involucra en actividades de bajo nivel, que no requieren de mucho pensamiento, y donde hay una atención pasiva, como es el acto de ver televisión, no hay gran activación en la conformación de circuitos neuronales. Por el contrario, cuando se genera un pensamiento complejo, como resolver un problema o imaginar una historia, muchos circuitos neuronales deben entrar en acción. Esto favorece la integración cerebral que es fuente de salud mental. En cambio cuando no hay comunicación entre circuitos estos se van extinguiendo.
El aprendizaje es un proceso activo que necesita de esfuerzo, y en numerosas oportunidades ensayos de prueba y error. Requiere de cierta tolerancia a la frustración y atravesar el fracaso y el tedio. Los niños acostumbrados a ver televisión en exceso pierden estas capacidades. Ellos simplemente deben cambiar de programa cuando ya no les gusta lo que ven o se están sintiendo aburridos. Ver televisión podría estar ocasionando, en especial en niños pequeños, una forma de daño cerebral, debido a la manera en que el cerebro reacciona a esta.
Además, los niños pequeños tienen dificultades en distinguir lo que es real de lo que es fantasía y por ende, pueden sentirse amenazados o asustados con algunas escenas que emiten en la televisión. El miedo puede convertirse en depresión, o expresarse en forma de una reacción explosiva, generando tendencias agresivas. Los niños que observan violencia son más propensos a conductas agresivas. La televisión enseña a los niños que la violencia es un modo de resolver los problemas, y la observación prolongada de esta violencia puede llevar a una desensibilización emocional en la violencia presente en la vida real.
La televisión promueve un estilo de vida sedentaria. Y en muchas ocasiones el ver televisión se acompaña de comer, o “picar” comidas, que pueden estar llenas de grasas y azúcar. Este estilo de vida conlleva la pérdida de masa ósea y desarrollo muscular. Sin un adecuado desfogue de la energía física infantil natural, los niños son propensos a generar un bajo nivel de tolerancia a la frustración, ira, irritabilidad e hiperactividad. Esto sucede porque la televisión estimula reacciones emocionales y físicas sin una correcta liberación de estas.

Sugerencias
·      Los niños no deberían tener televisores en sus habitaciones porque esto los aísla de otros miembros de la familia.
·      Los menores no deben ver televisión antes de los cinco años.
·      Los infantes no deben ver televisión sin la compañía de sus padres hasta los diez años.
·      Limite la televisión a una hora diaria hasta los doce años y de ahí en adelante hasta máximo dos horas, excepto una ocasión especial.
·      Convierta el ver televisión en un privilegio, y que no sea un derecho.
·      No permita que sus hijos estén expuestos a programación violenta o socialmente cuestionable.
·      No tenga miedo de apagar la televisión en la mitad de un programa que sus hijos están viendo, si usted se da cuenta que no es educativo, que es violento o socialmente cuestionable.



martes, 3 de mayo de 2016

De las emociones y el cerebro a la salud y la enfermedad


Los patrones psicológicos que incorporamos, que en últimas conforman los rasgos de personalidad, pueden llevarnos a la enfermedad.

Los circuitos cerebrales, los sistemas que procesan las emociones y aquellos encargados del sistema nervioso autónomo, cardiovascular, hormonal e inmunológico, están unidos y se influyen de forma recíproca formando un gran súper sistema. De manera que cuando se reprimen las emociones o se está a merced de ellas –como en un ataque de ira– se hacen estragos al sistema nervioso, hormonal, inmunológico y en otros órganos como corazón e intestinos.
Dice un personaje de la película Manhattan, de Woody Allen: “Nunca me enojo. A cambio me crece un tumor”. Este comentario tragicómico canta una verdad a gritos: la del rol que desempeñan las emociones en el funcionamiento fisiológico del organismo. Es abundante la evidencia científica que confirma cómo las experiencias emocionales influyen profundamente sobre la salud y la enfermedad.
Los seres humanos somos criaturas biopsicosociales. El estatus de salud/enfermedad es reflejo de la relación con el mundo que se habita –esto incluye variables familiares, clase social, género, raza, momento político y entorno físico–.
Existe un sendero que va de las emociones estresantes, con frecuencia inconscientes, a la enfermedad física. Se ha estudiado cómo ciertos patrones emocionales –como la represión crónica de la rabia, un desbordante sentido del deber, una preocupación desmedida por las necesidades emocionales de otros mientras se ignoran las propias o la creencia conscientes o inconscientes como “soy responsable por cómo se sienten los demás” o “no debo decepcionarlos”– son característicos en individuos que padecen enfermedades crónicas: trastornos autoinmunes (por ejemplo artritis reumatoidea o colitis ulcerativa), psoriasis, esclerosis múltiple, esclerosis lateral miotrófica, párkinson, demencia, etc.
Las personas en general tienden a no estar conscientes de que el estrés que muchas veces se imponen constituye un factor de riesgo de enfermedades de toda clase. Este estrés viene en numerosas ocasiones de una necesidad de “demostrar”, de justificar el valor personal a través de los logros, cuánto ganamos, cuán exitosos somos, cuán fuertes, cuán responsables y la lista continúa…
Ahora bien, no se debe culpar a nadie por reprimir sus emociones o por no cuidar de sí mismo. Estos actos no son deliberados sino el producto de mecanismos o estrategias adaptativas que comienzan en la infancia temprana.
Tales dinámicas adoptadas durante los primeros años de vida pueden derivar en enfermedad y disfunción en la adultez.
La interacción entre la genética y las experiencias de la vida temprana moldean, literalmente, los circuitos del cerebro en desarrollo el cual es contundentemente influenciado por la sintonización o falta de ella, entre el adulto y el niño, sobre todo en los primeros años de vida. Los ajustes fisiológicos y psicológicos de corto plazo a los que recurrimos para sobrevivir en esta primera etapa tienen consecuencias de largo plazo sobre el aprendizaje, el comportamiento, la salud y la longevidad.
Las interacciones entre cerebro y cuerpo también determinan que las circunstancias y experiencias adversas durante la infancia temprana –incluso en útero– dejan no solo efectos psicológicos de largo plazo, sino que también pueden ser promotoras de enfermedad. Numerosos estudios demuestran que el sufrimiento de los primeros años de vida potencia muchísimas enfermedades, desde mentales, como depresión, psicosis o adicciones, hasta trastornos autoinmunes y cáncer.
Cuando se lidia con mucho estrés, el cuerpo se encargará de decirlo.
Las enfermedades son, rara vez, manifestaciones azarosas o aisladas. Un síntoma o una enfermedad es una oportunidad para meditar sobre lo que no está en equilibrio en la vida, sobre cómo las programaciones importadas de la infancia aún están afectando y deteriorando el bienestar físico y psicológico.
Sea esta la oportunidad para reflexionar acerca de si necesita ser más compasivo con usted mismo, darle una mirada honesta y meticulosa a sus patrones y programaciones, qué ajustes grandes o pequeños le convendría hacer en su vida, cómo se alimenta, cómo maneja sus emociones, si se siente pleno con su vida espiritual, o si mantiene integridad en sus relaciones.
Regalémonos diariamente aquello que tal vez nuestros padres quisieron darnos, y no siempre lo hicieron: atención de corazón, presencia y compasión.
Si quiere investigar más acerca de este tema:

When the Body says No, Gabor Maté, M.D.

The Body Keeps the Score, Bessel van der Kolk M.D.

The Developing Mind, Daniel Siegel, M.D.